La Cultura, evidentemente, está determinada
por la presencia del hombre en la
naturaleza. Se ha dicho que en ella, es decir, en la naturaleza, antes del
hombre y sin el hombre, no ha habido ni hay cultura
y que ésta es un fenómeno
multifacético producto de la actividad humana.
Pero el hombre, corno la naturaleza misma, es otra naturaleza, es un ser biológico susceptible de
transformación. De lo cual se
concluye que la transformación de la naturaleza por la actividad del hombre y
la transformación del hombre por su
misma actividad creadora, a través del
proceso experiencial y lucrativo, constituye la cultura.
La naturaleza se genera por un
proceso de leyes objetivas. La cultura, por un proceso artificialmente creativo del hombre. Aquí estriba la diferencia, pero no
se puede separar la una del otro. Ambos
conforman una unidad en la que la
naturaleza constituye el substrato sobre el cual se levanta el ser
cultural y el ser social.
Del vocablo “Cultura” habla por primera vez el filósofo Oswald Spengler,
tras la mengua y deterioro de su patria Alemania por efectos de la
Primera Guerra Mundial. Entonces publicó "La decadencia de
Occidente", bosquejo de una morfología de la Historia Universal en la que
afirma que las culturas pasan por un ciclo que
va de la juventud hasta la vejez y la muerte y predice al ver a
Europa maltratada y destruida en sus estructuras económicas, la desaparición de la civilización occidental hacia el
año 2.400. A partir de allí se pasó a
hablar de cultura con una concepción distinta, en vez de Civilización que era el término utilizado universalmente.
Se hablaba de civilización egipcia,
civilización griega, civilización europea. El término civilización venía del latín Cive que significa
habitante de la ciudad. Era civilizado o culto quién vivía en la ciudad
y estaba compenetrado de su espíritu.
El escritor Arturo Uslar
Pietri al hablar ya no del vocablo sino del concepto, explica que cultura viene del concepto inmemorial de labrar
la tierra. Se labra la tierra para ponerla a
producir más y mejor. De la misma manera se creía que se puede
labrar la mente, el espíritu y el cuerpo del hombre para hacerlo más productivo a la sociedad. La
diferencia entre el barbecho y la tierra cultivada seria la cultura.
Este concepto pedagógico de los pensadores
alemanes vino a sustituir con el tiempo el término civilización y ya
después no se habló más de civilizaciones sino de culturas.
Existe pues un concepto
amplio y otro restringido de la cultura. En sentido restringido se
entiende por cultura la creación espiritual así como sus resultados y
divulgación. Y en sentido amplio, todos los resultados de la actividad
espiritual y material del hombre. Tanto lo material como lo espiritual conforman una unidad puesto que la idea, para adquirir
significación, debe materializarse en
la acción, en el lenguaje, en el objeto. Esta comprobación desautoriza la intención de circunscribir el contenido de
la cultura de los fenómenos pertenecientes al terreno espiritual.
De lo
anterior se desprende que la cultural es un concepto sintético que se formula para
expresar todos los adelantos materiales, sociales y espirituales de la
actividad humana, algo así como la superación del origen irracional del hombre.
Ella revela sus niveles de humanización, sus modos específicamente humanos de pensar, proceder y actuar
en sociedad. La cultura en consecuencia es pensamiento y obra. Es trabajo. Es el ser y el acontecer del ser. Es el contenido de la Historia.
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