En Le Bourget la gente se ha vuelto loca?
Exclaman, gritan en medio de una excitación contagiosa.
-Ha caído el Ave Solitaria!!!
-I did it -Se ha oído decir al caer.
Toda la oscuridad y la niebla, cedía
bajo las luces y las lágrimas.
-Dónde está mi madre? -Preguntó confuso, pero
luego recordó que ella había quedado más allá del Atlántico.
Centenares de automóviles sonando sus bocinas
le seguían en larga caravana.
Alguien en el trayecto le dijo: "Esto es para usted" y el
muchacho rubio y delgado se metió 200 mensajes en el bolsillo venidos desde el
otro lado del mundo. Pensó otra vez en su
madre y en el despuntar del día en el Roosevelt Field, en la cabina estrecha de su máquina volante, los cuatro
sandwiches, el chocolate caliente y la
botella de agua.
Fue un viaje largo, pero mucho más rápido que el de cualquier colonizador de la época colombina.
Aquellos cubrían el trayecto en
grandes barcas bien tripuladas y tardaban hasta dos meses para llegar a Nueva York. El en
cambio, no tuvo que mojarse los pies sino elevarse como un pájaro y respirar
el escaso oxígeno a dos mil pies. Acortar en 33 horas y media la
distancia entre Paris y Nueva York. Algo así como 3.600 millas.
Eso ocurrió el 20 de mayo de 1927 pilotando
un avión monomotor de nueve cilindros
y 220 caballos de fuerza por el cual desembolsó 580 dólares, algo
para entonces aparentemente imposible aunque
42 años después Armstrong y Aldrin llegaron a la Luna.
Después de la apoteosis de Paris, su gloria de Aguilucho Solitario se trastocó en pesadumbre. Cada vez que veía
a un niño se volvía triste. Era como si no hubiera volado nunca y sintiera
muerto el porvenir.
Carlos Augusto Lindbergh murió en Hawai en Hama junto al Océano Pacífico. Antes de que él diera el salto
inmortal lo adelantaron inútilmente y
a costa de sus vidas Manageser, Coli,
Davis y Stantow. Fonch también lo intentó y fracasó aunque
no pereció en la "aventura loca". Pero alguien pretendió robarle el
sabor de la gloria y lo logró secuestrando y dando muerte a Boby Lindy, de 20 meses., su hijo, Un
carpintero alemán, Bruno Richard Hanptornan, fue llevado al patíbulo por el
atroz delito y hasta ahora no se sabe si era culpable o inocente. En
aquel instante de la pena patibularia el "Aguilucho Solitario" habría
podido recordar cuando sobre la pista de Roosvelt Field, encomendado al "Espíritu de San Luis" exclamó: "El
condenado a muerte les dice hasta la vista".