María Luisa
La piedra
el órgano
sonando todo el día
do-re-mi-fa-sol- la-si-do
do-si-la-sol-fa-mi-re-do
do-re-mi-fa-sol- la-si-do
do-si-la-sol-fa-mi-re-do
el Padre Agustín
con la oreja atenta
José Agustín Tenías
con su sonrisa tímida
trepándose con la muerte
por las ramas de los
mangos
Américo Albornoz Martínez
el genio silencioso
patines bajo los mesones
de la sacristía
La Iglesia de La Asunción
San
Juan Bosco repartiendo ostias
a la abundosa chiquillería
sonaba la retreta
Mientras la Plaza se cubría de vueltas
frente a la larga Escuela
del profesor Pivernat
Castillo de Santa Rosa
Subida del Dique de
Guatamare
Te
encontré loca un día, María Luisa
sembrando matas en potes
de chocolate
jobos amarillos de la glorieta
aguacates goteados del
cielo
Manzanas rojas importadas
Sal de Fruta Epson
Copa traslúcida
sin el rocío de la
mañana
mediecitos diseminados
tentando la oscuridad del
cuarto
aparatos
de radiotecnia
nevera de kerosene
hongos lácteos,
horticultura
Valeriano arrinconado en
la cocina
rosarios
por las noches
óbolos y procesiones
Las siete palabras
San Agustín,
Copey, La otra- Banda
Teléfonos de manigueta
Solfeo a cada rato
do-re-mi-fa-sol-la-si-do.
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